Dentro de estos tres
modelos que tendremos en cuenta, la coeducación, la educación mixta y la
segregativa, es esta última la que puede resultar perjudicial en mayor medida
para el normal desarrollo de niñas y
niños.
Vivimos en una sociedad
donde el sistema patriarcal está afianzado, por tanto, si desde la infancia
comenzamos a separar, a diferenciar a niñas y niños y no se lleva a cabo una
educación que favorezca las aptitudes y actitudes personales, estamos cerrando
posibilidades por el mero hecho de pensar qué cosas corresponden a niñas y qué
a niños, finalmente quienes saldrán perjudicados
son ellos y ellas y por ende la sociedad en general a medio plazo.
La educación segregada ha
tenido su cabida en una sociedad pretérita, donde la religión católica, en el
caso de España, ha tenido mucha influencia en tiempos de la dictadura
franquista y ha estado muy relacionada con una visión de la sexualidad
culpabilizada y demonizada, muy lejos de patrones de conductas relacionales
entre sexos dentro de la normalidad.
Soy de la opinión de que
muchas de las situaciones de violencia de género más extremas que se han dado y
se continúan dando hoy día, están relacionadas con esa visión de jerarquía y
subordinación de las mujeres, arrancada desde el franquismo y donde a la mujer
víctima, se le consideraba culpable en aras de su propia conducta, y donde la
violencia de género no era contemplada como tal, sino como un crimen pasional,
fruto de la osadía de esa mujer por disponer de su propio cuerpo y usarlo como
y con quien ella hubiese decidido, por ejemplo.
La educación mixta, por
otro lado, puede ser igual de perjudicial si en vez de apostar por una
verdadera educación basada en la igualdad, dentro del aula, patio y cualquier
otro espacio educativo, se potencian y refuerzan conductas basadas en las
diferencias sexuales. El hecho de que el alumnado comparta el mismo espacio no es
suficiente garantía de igualdad. Es necesario educar en igualdad y eso es una
tarea que se habrá de hacer de forma consciente en la sociedad actual, donde juguetes,
cuentos, canciones, películas, publicidad, etc., lanzan mensajes que continúan
perpetuando roles de género de subordinación de la mujer al hombre, por más que
las leyes abunden en su control, así como el modelo de relaciones familiares
que niñas y niños vivan y observen.
Probablemente todas las
respuestas van a considerar la educación segregada como altamente perjudicial
para el proceso de igualdad en curso entre mujeres y hombres.
Habría que reflexionar
sobre los motivos que tienen las personas y organizaciones que apoyan este tipo
de educación.
Ya el planteamiento se
hace partiendo de los beneficios que tendría para las niñas, que son más
“listas”, intentando así camuflar su concepto androcéntrico de la sociedad.
Parten de la diferencia
biológica que existe entre mujeres y hombres y su intención es la de educar en
las diferencias de género, perpetuar los diferentes roles adjudicados
históricamente a cada uno de los sexos.
Es la ideología
conservadora, esa que defiende el papel de la mujer como pilar de la familia,
como protectora, un ser humano dotado de las virtudes necesarias para ser el
sostén emocional de grupos humanos que marquen su ideal de sociedad: El de “la
mujer mujer” que diría el ministro Gallardón.
Es evidente que el
tratamiento dado a unas y otros con este tipo de educación sería diferente. Y
si ahora resulta políticamente incorrecto fomentar la desigualdad, el respaldo
que dará esta segregación a los grupos que la defienden será infinito. La veda
está abierta para normalizar la situación de desigualdad que venimos sufriendo
las mujeres desde el principio de los tiempos.
Y si pretenden mantener
el discurso del beneficio para unas y otros y la falacia de su concepto de igualdad,
será a través del currículum oculto como irán conformando las mentes de niñas y
niños para socializarlos según los diferentes roles adjudicados a cada cual. El
modelo segregado sería un gran paso atrás en la lucha por la igualdad entre
mujeres y hombres, de igualdad de oportunidades, de igualdad de derechos, de
igualdad de posición desde la que mirar el mundo y tal es así que no se utiliza
esa palabra, sino la eufemística: separación.
Pienso
que la coeducación ha de ser el único modelo que el sistema educativo debe
contener pues atiende a los principios generales de igualdad de género e
igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. La igualdad es un logro
que sólo se podrá conseguir si desde el ámbito educativo se imparten valores
igualitarios. Todo lo que no sea así, será segregacionista, excluyente,
sectario y como consecuencia desigual. Y la desigualdad provoca la violencia de
género en todas sus diferentes manifestaciones.
En este
sentido, habría que aclarar que todo cambio en el modelo educativo hacia el
segregacionismo implica una vuelta a valores de desigualdad, a la xenofobia y a
la homofobia, pues el desconocimiento que ese sistema provoca entre los sexos
conduce a estas situaciones. Todas las personas que tenemos una cierta edad,
hemos vivido el segregacionismo y evidentemente no tuvimos una sociedad mejor
por ello.
La
discriminación hacia las mujeres así como otro tipo de discriminaciones por
razón de género, sexo, raza ó religión, parten del segregacionismo y de
estigmatizar a la población "diferente" como algo negativo, fuera de
la generalidad. Segregar en un sistema educativo es excluir o apartar a unas
personas de otras por razón de sexo.
Aún si
fueran ciertas las opiniones científicas
y expertas en biología, etc., en el sentido de las capacidades
diferentes de hombres y mujeres y lo que es innato y no, cosa que no está
demostrada, la humanidad debería plantearse una pregunta: ¿Preferimos una
población de personas exclusivamente inteligentes pero emocionalmente pobres y
desiguales?, o por el contrario ¿preferimos una población inteligente que
además tenga un aceptable nivel de felicidad, nivel que viene dado por los
beneficios que conlleva la igualdad de género, la igualdad de
oportunidades....?
Evidentemente
es mucho más deseable esta segunda opción. Sin embargo en la historia de la
humanidad siempre nos encontramos con segregacionistas que utilizan este método
para excluir y apartar, para dogmatizar y para hacer una selección de lo que es
correcto y de lo que no, y en base a ello formar una sociedad a la medida de
sus pretensiones y no de las del común de las mujeres y hombres que formamos el
conjunto de la población, disfrazando lo imposible bajo una fuerte carga ideológica, que no lógica.