MUJER EN RIESGO DE EXCLUSIÓN SOCIAL
La exclusión social es un concepto que se utiliza en
muchas partes del mundo para caracterizar las formas contemporáneas de desventaja social.
Se refiere a “la no-participación activa ni pasiva en la sociedad, sin
organización comunitaria y sin recibir servicios y bienes sociales” según
definición del la UNESCO.
La
exclusión social se refiere a procesos en los que personas y comunidades
enteras de personas son sistemáticamente bloqueadas en sus derechos,
oportunidades y recursos, por ejemplo, vivienda, empleo, la salud, la
participación cívica, la participación política, que normalmente están
disponibles a los miembros de la sociedad y que son claves para la integración
social.
Cabe mencionar que la exclusión social es un
proceso, no una condición; Por lo
tanto sus fronteras cambian
constantemente, y quien es excluida o incluida en el grupo de aislamiento
social puede variar con el transcurso del tiempo; En esta
variación influyen muchos factores, por ejemplo: el grado de educación, las
características demográficas, los prejuicios sociales, las prácticas
empresariales y las políticas públicas.
Es necesario recalcar que no existe
un concepto único de marginación que sea universalmente aceptado
La exclusión social
es el proceso acumulativo sobre una persona, de factores negativos,
con barreras y límites que la dejan fuera de la participación en la
vida social mayoritariamente aceptada. Estos límites y barreras son
de origen muy diverso y van más allá de
la carencia de ingresos, pues incluso estando la persona en una
situación de extrema pobreza, puede no padecer exclusión social, si
bien es probable que esté en riesgo de exclusión.
Conviene diferenciar
entre exclusión o marginación social, e inadaptación: La clave radica en
el conocimiento que de su propia situación tenga la persona, la percepción individual de su situación.
Así, la persona inadaptada es aquella que toma conciencia
de su situación e intenta rebelarse, es decir no se adapta a la situación
de posible exclusión, y, la marginada o excluida, es la que se sitúa fuera, en
los límites de lo establecido estándar y lo admite como socialmente aceptable o normal.
La
pobreza y la exclusión son dos conceptos diferentes. La pobreza es un resultado
distributivo, resultado de una distribución injusta, mientras que la exclusión se puede definir
como el proceso de disminución de la participación, la solidaridad y el acceso.
La
definición o significado de “exclusión social” varía de país a país. En Europa se refiere a "la
ruptura del vínculo social", que se puede denominar como enfoque europeo
de la situación de desventaja social. Por
esto en Europa aparecieron las políticas de inclusión social como las
políticas de ingreso mínimo, las políticas activas del mercado de trabajo, un
mejor acceso a servicios con el fin de combatir la exclusión social, con
numerosos proyectos y programas patrocinados desde la Unión Europea.
CARACTERÍSTICAS DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL FEMENINA:
En
las comunidades sociales excluyentes, las redes sociales son débiles y limitan la circulación de la
información acerca de los trabajos, las actividades políticas, y eventos
comunitarios.
El
lugar de residencia: Algunos autores creen
que la exclusión en el campo es mayor, que en las ciudades. En las
zonas rurales hay menos acceso a
bienes, servicios e instalaciones, haciendo la vida difícil en muchos aspectos. Particularmente no estoy del todo de acuerdo
con esta afirmación, ya que es en los pequeños pueblos y aldeas, donde se han
dado tradicionalmente los mayores lazos solidarios y las redes de apoyo social
más importantes. Pero es necesario mencionar el llamado “Control Social” que
hace que en los últimos años las mujeres jóvenes abandonen los ámbitos
rurales en mayor medida que sus coetáneos masculinos, debido a ese control que
el vecindario ejerce sobre las vidas privadas de las jóvenes, sobre su forma de
ocio, amistades, horarios, etc…
Además el
horizonte social, raza, ubicación geográfica, la estructura de clases, la
globalización, las cuestiones sociales, hábitos personales y la apariencia, la
educación, la religión, la economía y la política. Todas estas cuestiones por separado o
combinadas van a enmarcar las características de diferentes exclusiones.
ALGUNAS
CAUSAS DE EXCLUSIÓN SOCIAL FEMENINA:
Algunas de las que serán mencionadas aquí son: el
desempleo, la violencia de género, la discapacidad, la inmigración, la
prostitución, y la separación o el divorcio, siendo estas la punta del iceberg
subyaciendo otras muchas.
El
desempleo:
Si
bien se reconoce el carácter multidimensional de las causas de exclusión, en la
Unión Europea, se centra en el nivel de desempleo como una de
las principales causas de, o al menos, su alta correlación con la exclusión
social. Esto se debe a que en las sociedades modernas, el trabajo
remunerado no sólo es la principal fuente de ingresos para comprar los
servicios, sino que también es la fuente
de la identidad de los individuos y el sentimiento de autoestima.
Los
datos del desempleo del mes de octubre de 2011, en la comarca de Oviedo indican
bastante igualdad en el nº de desempleadas y
desempleados menores de 25 años: 4,65 % para los chicos y 4,53 % para
las chicas.
Esta
diferencia aumenta en más de dos puntos en el grupo de mayores de 25 y menores
de 45 (26,26 para los varones y 28,51 para las mujeres)
Y
es aún mayor al traspasar la edad de 45 años, siendo del 16,51 para los hombres
y de 19,65 para las mujeres.
El
porcentaje total de hombres
desempleados en la comarca de Oviedo es del 47,31% y el de mujeres,
por tanto, de 52,69, del total de
personas inscritas en el servicio Público de Empleo.
Vemos
de este modo que el desempleo afecta en general a un mayor nº de mujeres que de
hombres. Por lo tanto para reducir la exclusión hemos de centrarnos en el
mercado de trabajo
Por un lado, para que las mujeres en
riesgo de exclusión resulten más "empleables".
Por otro lado, para alentar (y / u
obligar) al empresariado a ser más inclusivo en su políticas de empleo.
La violencia de género:
El
maltrato a la mujer por parte de su pareja es un fenómeno global, que se da en
todos los países y afecta a mujeres de todos los niveles sociales, culturales y
económicos. Las formas más comunes de maltrato son de tipo físico: empujones patadas, palizas; psicológico: intimidación, menosprecio, humillaciones públicas o
privadas; y/o sexual entendiendo por
este la realización de cualquier actividad relacionada con la sexualidad, que
la mujer no desea.
Aunque
no todas las mujeres sufren todos los tipos de abusos, es muy frecuente que se
den de forma conjunta, y lo que subyace en el fondo es el control y el dominio
del hombre sobre la mujer.
La
violencia del hombre contra la mujer es una manifestación de la desigualdad de
género y un mecanismo de subordinación de las mujeres que sirve para mantener y
reproducir el statu quo de la dominación masculina y la subordinación femenina.
El
impacto de los malos tratos en la salud de la mujer es tan grande, que además de considerarse
como un problema de derechos humanos, se está considerando como una cuestión de
salud pública. Además de las lesiones físicas producidas por las agresiones,
existe un gran impacto psicológico que supone un factor de riesgo para la salud
a corto plazo: las agresiones repetidas generan una gran cantidad de estrés
desarrollándose una serie de síntomas y trastornos crónicos, siendo los más
prevalentes el trastorno de estrés
postraumático y la depresión.
Además
cuando la mujer es degradada y ridiculizada por su pareja de forma repetida,
puede llegar a creer lo que dice su agresor, disminuyendo su autoestima y su
grado de autoconfianza, e incluso puede llegar a pensar que merece esos
castigos y que es incapaz de cuidar y atender de sí misma y de sus
descendientes, si los hubiera, generando una gran inseguridad en sí misma.
Estas circunstancias pueden llevar a la mujer maltratada a desarrollar
sentimientos de culpa, aislamiento
social y dependencia emocional del maltratador, junto con episodios de
ansiedad y sintomatología somática (trastornos del sueño, digestivos y un largo
etcétera)
En
estas circunstancias, han sido descritas, aunque en menor medida, tendencias
suicidas y al uso abusivo de alcohol y otras drogas, así como de medicamentos
sin prescripción facultativa, como formas inadecuadas de afrontamiento de
problemas.
La discapacidad:
Tradicionalmente,
la sociedad ha tendido a aislar y a
segregar a las mujeres con discapacidad, y a pesar de los logros y avances
obtenidos en los últimos años, este tipo de discriminación (sutil a veces)
sigue representando un problema grave y alarmante.
Pero,
al contrario de lo que ocurre con otro tipo de
grupos vulnerables o que sufren discriminación, las mujeres con
discapacidad carecen generalizadamente de recursos o dispositivos legales
eficaces para eliminar y corregir dichas conductas discriminatorias.
Se
enfrentan continuamente a dichas circunstancias, que se evidencian en cotas
mayores de desempleo, salarios inferiores, menor acceso a los servicios de
salud, mayores carencias educativas, escaso o nulo acceso a los programas y
servicios dirigidos a mujeres en general, mayor riesgo de padecer situaciones
de violencia y todo tipo de abusos, etc., realidad que se agrava por la
existencia de normas y políticas que fomentan la dependencia y por la
dificultad de introducir modificaciones en los hábitos preexistentes. De igual
modo, las mujeres con discapacidad
soportan aún con más crudeza que los varones con discapacidad, la persistencia
de prejuicios, estereotipos e ideas recibidas, generalizados en todos los
ámbitos, que distorsionan la imagen social y la percepción normalizada de este
grupo humano.
Las mujeres
presentan una tasa de discapacidad por mil habitantes, (106,3),
significativamente más alta que los varones (72,6), según datos del INE de 2008
Datos
procedentes de distintos censos, encuestas y de los escasos estudios
existentes, prueban que las mujeres con discapacidad, como grupo, ocupan un
estatus inferior en nuestra sociedad, encontrándose en una situación de enorme
desventaja social, económica, educativa y profesional.
Las
mujeres con discapacidad forman un grupo social aislado e invisible resultado
de estereotipos y prejuicios que merman injustamente su capacidad de participar
y contribuir a la sociedad.
Necesidades y demandas de las mujeres con
discapacidad:
Los
ámbitos de necesidades y demandas de las mujeres con discapacidad coinciden con
aquellos campos en los que es más urgente y necesario desplegar una actividad
intensa que haga realidad la equiparación de derechos y la igualdad de
oportunidades de estas mujeres con el resto de la ciudadanía:
- La no discriminación y la igualdad de
oportunidades. Las mujeres con discapacidad,
globalmente consideradas, siguen sufriendo discriminaciones por razón de género
y de discapacidad, hechos que suponen una vulneración de los derechos que debe
tener garantizados toda persona, con independencia de sus circunstancias.
- Respecto a la salud,
las mujeres con discapacidad tienen numerosas barreras para acceder a la
planificación familiar y a la asistencia a la reproducción, todo ello sin tener
en cuenta las necesidades de control de tales situaciones por parte de las
propias usuarias. Es necesaria la sensibilización y formación del personal médico-sanitario
sobre la atención específica a las mujeres
con discapacidad cuando hacen uso de los servicios sanitarios.
- En relación al problema de la violencia de
género, se ha constatado que la confluencia de factores como
el género y la discapacidad convierte a las mujeres con discapacidad en un grupo con grave riesgo de sufrir algún tipo de maltrato; las cifras
que actualmente se barajan en Europa
refieren que aproximadamente un 40% de las mujeres con discapacidad sufre o ha
sufrido alguna forma de violencia. Actualmente los grupos políticos, los
organismos de igualdad y la sociedad en general son cada vez más conscientes de
la existencia de violencia contra las mujeres, por lo que se han aumentado los
programas dirigidos a informar, asesorar y proteger a las mujeres que han
sufrido cualquier tipo de agresión. Sin embargo, muchos programas no han tenido
en cuenta las peculiaridades que plantean las mujeres con discapacidad,
convirtiéndose en inaccesibles para ellas.
La inmigración:
El sector del servicio doméstico agrupa de forma general a las
mujeres inmigrantes en España según los estudios estadísticos realizados (UGT).
Un empleo en el servicio doméstico,
posibilita a la mujer inmigrante el acceso a una residencia y a una regularidad
social y legal.
Para la
mayoría de las trabajadoras extranjeras que vienen a España, acceder a un
puesto de trabajo y a una oferta de empleo, puede permitir obtener un permiso
de trabajo y residencia. Esta situación provoca, en muchos casos, situaciones
límite para conseguir o conservar un empleo.
En el
discurso de las mujeres inmigrantes aparece un sentimiento de frustración por
soportar unas condiciones impuestas por los empleadores, calificadas de
abusivas, y que en otras circunstancias no hubieran soportado, como jornadas interminables, en el caso de las empleadas internas
Las
trabajadoras inmigrantes se insertan laboralmente en sectores dentro de un
mercado secundario, caracterizado por la inestabilidad y unas condiciones
salariales, de prestaciones, etc. que pueden desencadenar en último término el
proceso de exclusión social.
El acceso
a la vivienda es otro de los
problemas importantes con que se encuentran,
las mujeres inmigrantes del mismo modo que las españolas, tienen
verdaderas dificultades en disponer de una vivienda con un precio asequible y
condiciones aceptables de salubridad. Suelen compartir la vivienda varias
personas o familias, para compartir los abusivos precios de los alquileres.
Como aspecto psicológico de dificultad,
aparece el desarraigo familiar en aquellas que no han conseguido el
agrupamiento, el tener a sus hijos en el país de origen al cargo de terceras
personas, la soledad, la tristeza, y en esta situación de importante crisis económica
que atravesamos, aparece una gran incertidumbre
respecto al futuro.
La prostitución:
Entre
las causas de que una mujer llegue a
ejercer la prostitución están los problemas económicos, los familiares, la
drogodependencia, los malos
tratos, carencias afectivas fruto de una ruptura de la unidad familiar,
analfabetismo, condiciones adyacentes a la inmigración, maternidad de
adolescentes, ausencia de respaldo social o familiar en determinados momentos
de sus vidas, etc..
Hemos
de tener muy claro que la determinación del ejercicio de la prostitución nunca
es libremente tomada por las mujeres, aunque algunas así lo manifiesten. Además
de los factores señalados existen otros muchos que abocan a la mujer a tomar
este camino como salida y solución a sus problemas.
Existen
otras estrategias de captación como las amorosas o amistosas según Kathlenn
Barry, o a través de bandas y organizaciones criminales, compra/venta de
mujeres, secuestro o mediante el engaño de agencias de modelos, de empleo o
matrimoniales, o compañías de baile.
“La
mayoría de las mujeres prostituidas sufren agresiones físicas, amenazas y
violaciones, palizas, torturas, embarazos no deseados, infertilidad y daños
permanentes del esqueleto y las zonas genital y anal, durante el ejercicio de
la actividad. Esta violencia es ejercida tanto por parte de compradores como de
los proxenetas.
Otro
constante peligro que corren es el riesgo de contraer infecciones y
enfermedades sexuales transmitidas por los proxenetas y compradores, entre las
que hay que incluir el VIH y SIDA. Esto no solo causa graves daños en las
mujeres y niñas sino que también constituyen terribles violaciones de su
integridad, dignidad y derechos como seres humanos. El hecho de que estos actos
sean realizados a cambio de dinero no mitiga o disminuye de manera alguna el
inmenso daño físico y mental infligido a sus cuerpos y mentes.
Estudios
internacionales demuestran que las mujeres que ejercen la prostitución sufren
los mismos traumas emocionales que los veteranos de guerra y víctimas de
tortura. Pueden padecer los mismos síntomas: ‘flashbacks’, fuerte ansiedad,
depresión, insomnio y estrés. Los suicidios e intentos de suicidio son
frecuentes.” Tomado de “La prostitución claves básicas para reflexionar sobre
un problema” APRAMP-ASOCIACIÓN PARA LA PREVENCIÓN Y REINSERCIÓN DE LA MUJER PROSTITUIDA.
Remediar,
de forma obligatoria y jurídica por las instituciones públicas y privadas, las
situaciones que llevan a las mujeres a ejercer la prostitución, está pues en la
base de la restauración de los derechos humanos básicos de estas mujeres.
La separación o el divorcio:
La situación laboral de las mujeres ha sido, y seguirá
siendo, mucho peor que la de los hombres de forma general, por lo que al producirse la ruptura de la pareja, dejará
a la mujer, que no disponga de ingresos propios, en una posición de abierta
vulnerabilidad económica.
El convenio regulador del divorcio determinará la cuantía
económica por alimentos destinados a la
descendencia y a la mujer. Si los ingresos económicos del esposo son escasos,
en el reparto, el poder adquisitivo de ambos se verá mermado y si es la esposa
quien custodia la prole de corta edad y por tanto aún dependiente, podrá entrar
en una situación de escasos recursos económicos que no podrá mejorar si no
dispone de una red de apoyos suficiente que le permita buscar y encontrar un
empleo, así como mejorar y complementar su formación.
El
vínculo entre la exclusión y otras cuestiones:
El
problema de la exclusión social está, por
lo general, ligado al de la igualdad de oportunidades, ya que algunas
personas están más expuestas a exclusión que otras.
La
marginación de ciertos grupos es
un problema incluso en muchos países económicamente más desarrollados, entre
ellos el Reino Unido y los Estados
Unidos, donde la mayoría de la población goza de
considerables oportunidades económicas y sociales.
Dado
que la exclusión social puede conducir a privar a una mujer de los derechos
de ciudadanía, algunos autores han propuesto una renta básica universal, que impida la
exclusión social.
Es previsible que la actual crisis económica mundial
cercene los derechos adquiridos de las mujeres y aumenten todas las situaciones
de vulnerabilidad mencionadas y muchas otras no nombradas pero existentes al lado de estas.